traiguén_en aquellos tiempos

 


1878…

los origenes de Traiguén

 texto comunicado por Alberto COMPAGNON QUINTANA

 

 

A mediados del siglo XIX Chile tenía una superficie de menos de la mitad de la actual, que como a otros países de América correspondía a la herencia española. Era una franja de tierra entre la Cordillera de los Andes y el mar, desde aproximadamente el paralelo 24 y aproximadamente el 33 sur (río Bíobío), más una pequeña zona más al sur en torno a la ciudad de Valdivia y más allá la isla de Chiloé.

 

Estaba rodeado por Bolivia, Argentina y muchos territorios no reclamados. El gobierno de la República de Chile estableció como Política de Estado afianzar su territorio, tomando posición de las áreas no reclamadas.

 

De esa forma tomó posesión del estrecho de Magallanes en 1843, la Patagonia occidental a partir de 1859, Isla de Pascua en 1888.

 

A partir de la década de 1850 se empezó a poblar la zona entre Valdivia y Chiloé, fomentando la llegada de colonos europeos, fundamentalmente alemanes.

 

Por más de 200 años la frontera sur se consideraba el río Bíobío, pero se empezó a avanzar paulatinamente hacia el sur en áreas pobladas por los araucanos. El método fue ir fundando fuertes, en torno a los cuales se asentaban colonos, negociando o forzando a los habitantes originarios a retirarse a áreas específicas. Esto dio origen a la guerra de la Araucanía, que duró hasta 1883, con la refundación de la ciudad de Villarrica después de más de 300 años de guerra intermitente.

 

La zona al sur del Bíobío se llamaba La Frontera. Era un área poco poblada, con una selva fría exuberante, tierras muy fértiles. La selva estaba constituida de altos robles, coigües y raulíes, con un gran sotobosque de quilas, helechos gigantes, boquis y copihues y diversas otras plantas. En las áreas despejadas se veían bosquetes de boldos, maitenes, radales y multitud de otros árboles. A esto se sumaba el hecho que no existen animales peligrosos o venenosos (con la excepción de la araña de trigo o “poto colorado”, que es muy escasa y las pocas serpientes son pequeñas y no venenosas). El puma es un animal tímido, que no ataca al ser humano a menos de sentirse amenazado y cuya dieta es fundamentalmente animales menores.

 

 

La historia de Traiguén se encuentra fuertemente unida al proceso de incorporación de las tierras de "La Frontera" al Estado chileno a fines del siglo XIX. El 2 de diciembre de 1878 se fundó el fuerte de Traiguén por el coronel Gregorio Urrutia, como una avanzada del Ejército de Chile para asentarse en esta zona del país en los dominios del del Cacique Quilapán, quien diez años atrás había impedido que el Ejército lograra su cometido en el área. Formaba parte de la cadena de pueblos de Renaico, Angol, Los Sauces, Traiguén, que formaban la cuña de entrada en La Frontera.

 

 

 

Desde los inicios de su fundación, "el fuerte de Traiguén" se caracterizó por su dinamismo económico, lo cual significó que rápidamente la zona fuera conocida por el empuje, en la ardua tarea de implementar nuevos avances tecnológicos.

 

  

Ya en el año 1879 se instaló el telégrafo en el sector, lo que permitió una rápida comunicación con otras zonas del país. Asimismo, junto a los militares llegaron cientos de personas con el ánimo de instalarse en el sector. La gente empezó a trabajar en la ganadería y la agricultura.

 

  

El 27 de enero de 1881 Traiguén vivió uno de los hechos más sangrientos de la "Ocupación de la Araucanía", el "Asalto a Traiguén" enfrentó a guerreros mapuches y soldados chilenos reforzados con los primeros habitantes de la reciente formada villa.

 

  

En 1883, José Bunster instala un molino de cilindros que operaba con energía hidroeléctrica, siendo el primero en su tipo en Sudamérica. Por lo demás, permitió proveer de luz eléctrica a un importante número de familias.

 

  

Hacia mediados de la década de 1880 se empieza a desarrollar más rápido el pueblo. Traiguén, edificado entre las suaves colinas de Chumay y los cerros de Tricauco, era en esos años una especie de campamento en el cual se alineaban casas de madera a medio construir entre calles pantanosas, que recién empezaban a orearse con los vientos de octubre.

 

  

Traiguén, que en mapudungun significa "salto de agua", es considerada una "tierra de progreso". La comuna ha sido denominada históricamente "El Granero de Chile", en consideración a la gran producción triguera registrada a fines del siglo XIX y a comienzos del XX. Esto significó que ya en 1889 llegara a estas tierras el ferrocarril; además se instaló en esos años el primer banco de La Frontera, de José Bunster, junto a otras casas financieras que establecían sus sucursales en Traiguén.

 

 

 Los asaltos de grupos de indios y los continuos y reiterados asaltos de los bandidos eran el pan de cada día en la Frontera. Desde el Parlamento de Putué, al cual concurrieron Loncos (Caciques) abajinos y arríbanos, los indios se mantenían en calma. Los fuertes no estaban ya expuestos a los asaltos de los araucanos organizados en ágiles escuadrones de lanceros que recorrían el territorio con increíble rapidez.

 

 En la esquina donde estaba ubicado el negocio veíase llena de abigarrada clientela. En la calle, los indios, sentados al borde de la acera conversaban en mapuche. Sus voces agudas y guturales a ratos, y luego suaves y acariciadoras, se destacaban entre el hablar monótono de los campesinos y soldados que comían charqui con pan amasado y ají. Berreaban algunas criaturas, mientras los bueyes, de cuyas fauces colgaban hilos de baba, mugían sordamente. Había en todo el ámbito un olor a boñiga caliente, a pasto triturado, a cuerpos sudorosos.

 

 Además de la gente que iba a la frontera desde el centro del  país, estaban llegando a aquellos pueblos unos hombres de tez clara, de ojos verdes y azules, que hablaban un idioma que los indios no entendían ni tampoco los chilenos.(1)

 

 

(1) "Frontera", novela del escritor chileno  nacido en Traiguén Luis Durand, 1948

 


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Vers le milieu du XIXième siècle le Chili avait une étendue de moins de la moitié de sa superficie actuelle, ce qui, comme pour beaucoup d’autres pays d’Amérique, était un héritage espagnol. C’était une bande de terre entre la Cordillère des Andes et la mer, depuis approximativement le 22ième parallèle jusqu’à, approximativement le 33ième (une rivière appelée Bíobío), à laquelle il convenait d’ajouter une petite zone autour de la ville de Valdivia, et, au-delà, l’île de Chiloé.

 

Il était entouré par la Bolivie, par l’Argentine et par de nombreux territoires non revendiqués. Le gouvernement de la République du Chili a alors établi comme Politique d’Etat celle de consolider son territoire en prenant position sur ces zones.

 

C’est ainsi que ce dernier a pris possession du détroit de Magellan en 1843, de la Patagonie occidentale à partir de 1859, et de l’Ile de Pâques en 1888.

 

A partir de 1850, a commencé le peuplement de la zone située entre Valdivia et Chiloé en encourageant l’arrivée de colons européens, principalement allemands.

 

Pendant plus de 200 ans, la rivière appelée Bíobío a été reconnue comme étant la frontière sud ; celle-ci a commencé à se déplacer lentement vers le sud sur des zones peuplées par des amérindiens (araucans). La méthode a constitué à fonder des forts, autour des quels s’installaient des colons, en négociant avec les habitants d’origine, ou en les forçant à se retirer dans des zones spécifiques. Ceci a été à l’origine de la guerre d’Araucanie, qui a duré jusqu’en 1883, et a conduit à la re fondation de la ville de Villarica après plus de 300 ans d’une guerre intermittente.

 

La zone située au sud du Bíobío s’appelait La Frontera. C’était une zone peu peuplée, avec une forêt froide exubérante et des terres très fertiles. La forêt était constituée de grands chênes, de hêtres, de raulis, avec un grand sous bois de bambous, de fougères géantes, de boquis, de copihues et de diverses autres plantes. A cela s’ajoute le fait qu’il n’existait pas d’animaux dangereux ou venimeux (à l’exception de l’araignée du blé ou "poto colorado", qui était très rare, et de quelques serpents, petits et non venimeux). Le puma est un animal timide, qui n’attaque pas l’homme, sauf s’il se sent menacé, dont l’alimentation est fondamentalement constituée de petits animaux.

 

 

L’histoire de Traiguén est fortement liée au processus d’intégration des terres de "La Frontera" à l’Etat chilien à la fin du XIX siècle. Le 2 décembre 1878 le colonel Gregorio Urrutia a fondé le fort de Traiguén, comme place avancée de l’Armée chilienne pour s’installer sur cette zone du pays sur les domaines du Cacique Quilapán, qui dix ans auparavant avait empêché la dite Armée d’arriver à ses fins sur la zone. Traiguén faisait partie d’un ensemble de localités : Renaico, Angol, Los Sauces, … qui constituaient le fer de lance de l’entrée à "La Frontera".

 

Dès le départ "le fort de Traiguén" s’est caractérisé par son dynamisme économique, ce qui a signifié que, rapidement, la zone ait été reconnue pour son volontarisme dans la difficile tâche de promouvoir de nouvelles avancées technologiques.

 

Dès l’année 1879 le télégraphe a été installé dans le secteur, ce qui a permis une communication rapide avec d’autres zones du pays. De même, simultanément avec les militaires, sont arrivées des centaines de personnes qui avaient l’intention de s’installer dans le secteur. Les gens ont commencé à travailler dans l’élevage et dans l’agriculture.

 

Le 27 janvier 1881 Traiguén a vécu l’un des épisodes les plus sanglants de l’"Occupation de l’Araucanie" ; l’"Assaut à Traiguén" a mis face à face des guerriers mapuche et des soldats chiliens appuyés par les premiers habitants de la récemment créée localité.

 

En 1883, José Bunster installe un moulin à cylindres qui utilise l’énergie hydroélectrique, et est le premier de ce type en Amérique du Sud. Il a, de plus, permis de fournir la lumière électrique à un nombre important de familles.

 

Vers le milieu de la décade de 1880, le village commence à se développer plus rapidement. Traiguén, construit entre les douces collines de Chumay et les montagnes de Tricauco, était à l’époque une sorte de campement où s’alignaient des maisons de bois à demi construites dans des rues boueuses, qui seulement commençaient à sécher avec les vents d’octobre.

 

Traiguén, qui, en langue mapuche signifie "chute d’eau", est considérée comme étant une "terre de progrès". La commune a été historiquement appelée "Le grenier du Chili", en regard à la grande production de blé enregistrée à la fin du XIXième siècle et au début du XXième. Ceci a signifié que, dès 1889, le train arrivera à ces terres ; de plus, s’y sont installés, en ces mêmes années, la banque de La Frontera, de José Bunster, conjointement à d’autres établissements financiers qui établissaient leurs succursales à Traiguén.

 

Les assauts de groupes d’indiens et les actions réitérées des bandits étaient le pain quotidien à La Frontera. Depuis le Parlement de Putué, au quel ont assisté des Loncos (Caciques) de toute la région, les indiens restaient calmes. Les forts n’étaient plus exposés aux assauts des araucans organisés en agiles escadrons de lanciers qui parcouraient le territoire à une vitesse incroyable.

 

Au coin de la rue où se situait le magasin on voyait une clientèle bigarrée. Dans la rue, les indiens, assis au bord du trottoir, conversaient en mapuche. Leurs voix tour à tour aigues et gutturales, puis douces et caressantes, se détachaient du parlé monotone des paysans et soldats qui mangeaient de la viande séchée - charqui - avec du pain - pan amasado - et du piment. Quelques jeunes animaux meuglaient, pendant que les bœufs, de la gueule des quels pendaient des filets de bave, mugissaient de façon sourde. Il y avait dans toute l’atmosphère une odeur de bouse chaude, de foin haché, de corps en sueur.

 

En plus des gens qui venaient à La Frontera depuis le centre du pays, arrivaient à ces villages quelques hommes à la peau claire, aux yeux verts et bleus, qui parlaient une langue que ni les indiens, ni les chiliens, ne comprenaient.(1)

 

 

(1) "Frontera", nouvelle de l’écrivain chilien né à Traiguén Luis Durand, 1948