rodas (sanchez)_en aquellos tiempos


1769-1814

Escritos de la Sierva de Dios

Sor Maria del Socorro Astorga Liceras

Manuel GARRIDO PEREZ, Rvdo. Marcos Antonio BLANCO MOYANO Pbro, Maria Gracia GUTIERREZ SEVILLA, Sor María Francisca VALDELOMAR O.M

  

Maria del Socorro Astorga Liceras

 

Nació en Archidona  día 30 de octubre de 1769, y fue bautizada el día 1 de noviembre del mismo año con los nombres de María Claudia Josefa. Fue hija del maestro alarife Francisco de Astorga Frias y de su primera esposa, María Rosa Liceras de la Cueva. Profesó en el Convento de Jesús María del Socorro de Archidona, de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, en el año 1800. Falleció en olor de santidad el día 31 de marzo 1814, en el convento de Archidona, cuando tenía 44 años de edad.

 

"Fue muy probada por Dios con enfermedades casi continuas en el cuerpo y tribulaciones y persecuciones del demonio en el alma. Favorecida con visiones y revelaciones de Nuestro Señor".

 

Sus escritos espirituales, hasta ahora inéditos, conservados en el Monasterio de Jesús María del socorro de Archidona, salen ahora a la luz por primera vez en este libro.

 

En 1825, el Capítulo General Nacional de la Orden Mínima, acordó comenzar su proceso de beatificación. En 1828, el provincial de Andalucía, inició el expediente. Este proceso se vio interrumpido en 1835, y nunca más se volvió a retomar.

 

 

copia de una página del libro, escogida al azar:

página 317 (de 638)

 

tentada por el enemigo, me fatigué y le dije : que se hacía la tonta sin serlo, y que no quería gobernarse por la razón, sino por la pasión. Lo que más me fatigó fue que le dije: que se dejaba llevar mucho de su amor propio, y que por mi parte no la volvería a mortificar; que aunque viera que se iba a tirar por un despeñadero, callaría y no le diría nada.

Después de decirle estas cosas, quedé fatigada por si la había ofendido, aunque no se le decía con ese fin, sino con el deseo de que se sosegara, y no le diera entrada al enemigo que le traía un ciento de disparates. Al instante pedí perdón a mi amado Esposo y dulce Madre, y les pedí: que aquella criatura conociera la tentación que el enemigo le había puesto para que perdiese su bien espiritual.

Hice todo el ordenado, acabé el día, pidiendo perdón de estas faltas y dando gracias por los beneficios.

Dios sea bendito por todo. Amén.

 

"buscaría otro camino"

 

Dia 27. Al levantarme, tuve la oración con sequedad. Seguí la mañana lo mismo, y con algunas distracciones; como no las quería tener, estaba mortificada con la inquietud que me traía la imaginación, y al mismo tiempo las tentaciones que acostumbra a traerme el enemigo, con unos pensamientos tan vivos, que era menester hacer fuerza para desecharlos. Me parecía, como ya lo he dicho muchas veces, que todo era mentira, y algunas veces me detuve en alguna cosa, pero cuando me acordaba de que V.R. no quería que me detuviera, pedía perdón a mi Dios y a mi dulce Madre y Señora, dejándome en las manos de mi Dios, y confiando en su misericordia.

 

Se me juntaban los temores, pero solo consentí en un pensamiento, y fue que si V.R. faltara, porque nuestro Dios dispusiera de su vida antes que de la mía, aunque pienso que no será así, no volvería a manifestar a nadie las cosas, sino que haría todo lo posible para desecharlas no haciendo caso de nada, y buscaría otro camino que no tuviera tantos peligros como el que llevo. Es un disparate, pero así lo pensé, y este pensamiento me acomodó en aquel momento. Después no he pensado de ese modo, sino que me he arrepentido, porque conozco que es un pensamiento del enemigo, que desea mi perdición, pues no hay camino más seguro, que el que Dios da al alma, y en el que quiere que le sirva, sea el que sea. Este es el más peligroso, pero es el más seguro, porque el mismo Dios es quien lo guía, ayuda y defiende. En otro camino escogido por voluntad propia, al parecer llano, me perdería por ir contra la voluntad amabilísima de su Dios. A esta falté cuando consentí en ese pensamiento, y lo siento en mi alma, pues solo debo tener la voluntad de mi amado Esposo, y yo no quiero hacerme dueña de lo que nos es mío. Esto es lo que yo hago: faltar a mi Dios y Esposo amabilísimo que esta empeñando en favorecerme, y yo empeñada en corresponderle con ingratitudes.

 

¿Qué mas ingratitud pudiera hacer un hijo, muy amado de su buen padre, que le proporcionara un viaje con todas las comodidades posibles, que lo guiara, le ayudara y allanara los malos pasos, aunque de este viaje el padre no sacara  ninguna utilidad, porque toda era para buscar su mayor felicidad de su hijo? Si este hijo, después de…

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2018 07 01



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1769-1814 escritos de la sierva de dios - garrido perez, manuel...

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