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2013-….

historia de un padre…

por Juan Rodrigo VALENZUELA ALVAREZ

hijo de Juan Domingo VALENZUELA GARCIA

y de Isabel ALVAREZ ALVAREZ

 

 

 

Oí la voz de mi Padre por primera vez a los 52 años de mi vida.

 

Antes de este momento, solo hubo ausencia. Pero la vida me ayudó bastante y permitió que muchas personas hicieran que yo conservara en mí un gran cariño hacia él.

 

Mi madre toda su vida se preocupó de que yo no juzgara a mi padre y que lo quisiera y respetara, y su gran sueño era que yo lo conociera.

 

La familia de mi madre, mi abuela Modesta y mi abuelo Felix y mis tíos siempre cuidaron de no expresar ninguna palabra negativa hacia mi padre.

 

La familia de mi padre siempre me hizo sentir uno más de la familia y así mi abuela Pascuala y mis tíos supieron darme su afecto.

 

Cuando era niño un señor a veces me hablaba de mi padre y decía que había sido el hombre más culto del pueblo y que sabía mil palabras (no sé cómo llegó a esta cifra, pero yo, siempre lo creí).

 

Siendo ya un hombre, mi esposa Sandra me motivó para conocer a mi padre y que él conociera a sus nietos.

 

Un encuentro casual en el año 2010 con el tío Pedro me permitió saber más de mi padre y darme cuenta de que yo era muy parecido al papá, no porque él me lo dijera, sino que al describir a mi padre yo sentía que mi tío me describía a mi.

 

Pero como yo decía al comienzo, cuando ya tenía 52 años y mi padre estaba al atardecer de su vida con 74 años, mi esposa extendió su brazo para pasarme el celular y decirme…:

 

"Es tu padre que te llama"… era el domingo 22 de septiembre del 2013.

 

En ese momento no supe qué podría decir y solo dije "aló" y luego oí una voz que me decía:

 

"Juan Rodrigo, soy tu padre…".

 

Fue un momento de emoción contenida, talvez motivada por el mismo hecho de no estar físicamente uno al lado del otro lo cual talvez habría permitido en un abrazo liberar la emoción de manera completa.

 

Fue un momento en el cual sentí estar aceptando su acercamiento y sentí que mi padre trataba de darme una explicación, sin que yo se lo pidiera.

 

Valoré que fuera capaz de tomar el teléfono y vencer su miedo y vergüenza y quedar expuesto a las palabras que yo pudiera decirle.

 

Solo le dije que era un hombre afortunado porque mi madre siempre cultivó que yo lo quisiera y lo respetara siempre.

 

 

No fue necesario que él me diera una explicación de su ausencia. Siempre sentí que esa explicación debía dársela a él mismo y talvez a mi madre.


2022 10 06